Edición 6 | Familia | Agosto 2021

Las personas adultas mayores y la familia

Unidad de Asistencia e Inclusión Social

Dirección General de Integración Social

El cuidado de las personas adultas mayores es un derecho humano fundamental. En las diferentes etapas del desarrollo humano, la vejez es considerada como la de mayor desgaste o declive de la funcionalidad; es por eso que, de acuerdo con las capacidades que se tengan en esa etapa, será la necesidad de cuidados.

En la vejez las capacidades se van perdiendo gradualmente, comenzando por la funcionalidad en las actividades sociales o avanzadas de la vida diaria, posteriormente en las instrumentales y por último en las básicas. A partir de ello, la necesidad de cuidados será diversa, por ejemplo, en cuestiones de salud, acompañamiento, supervisión o administración de medicamentos; asistencia básica de alimentación e higiene personal, entre otros. Y es, dependiendo del grado de necesidad, el tipo de carga y responsabilidad que tendrá quien cuida a la persona adulta mayor.

La o el cuidador principal de una persona adulta mayor que carece del conocimiento científico o preparación profesional para brindarle atención, son conocidos como cuidadores primarios, y generalmente son mujeres en línea directa familiar, es decir, esposas o hijas, que en ocasiones han tenido que enfrentarse al reto de atender a quienes requieren cuidados especiales como psiquiátricos, por ejemplo, debido al deterioro cognitivo o algún tipo de demencia, que aunado a una condición de inmovilidad, puede derivar en colapsos de la o el cuidador e incluso complicaciones de morbilidades.

Es por eso que la familia desempeña un papel fundamental en la atención de las personas adultas mayores, pues sus integrantes son los principales proveedores de los cuidados y buscan siempre mejorar la calidad de vida de su familiar, de acuerdo con los recursos de que dispone. Por ello es importante que la o el cuidador se capacite, no solo para cuidar a la persona mayor, sino asímismos, a fin de poder mantener un equilibrio entre los cuidados y la atención brindada, y con ello evitar la sobrecarga.

La o el cuidador es una de las principales redes de apoyo de las personas adultas mayores. Y en el caso de quienes residen en centros gerontológicos, sus cuidadores principales son las y los profesionales de la salud, como enfermeras y gericultistas; sin embargo, las y los familiares responsables contribuyen de manera permanente a fortalecer las redes sociales que proporcionan acompañamiento en actividades avanzadas y refuerzan lazos afectivos para las personas adultas mayores que habitan en estos espacios.

Desde una perspectiva integral del cuidado, en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), se promueven actividades de enseñanza para la atención y cuidado de las personas adultas mayores, desde un nivel individual, grupal y comunitario; se impulsan acciones que fortalecen la praxis a través de la experiencia de las y los cuidadores, y un marco teórico-metodológico que conjuga el aprendizaje y la práctica, con el objetivo de incidir favorablemente en la o el cuidador, principalmente familiares, y por supuesto en la persona adulta mayor.

Tomando en cuenta y proyección los cambios demográficos en nuestro país, el hecho de que la pirámide poblacional se invierta y represente una demanda mayor de atención de necesidades de apoyo y cuidado de las personas adultas mayores, desde el DIF Nacional se ofrece enseñanza en competencias profesionales relacionada con cuidados y autocuidado, desde una perspectiva de atención primaria que se desarrolle desde el seno de la familia, promueva un modelo económico costo-beneficio que impacte en la población y en la optimización de recursos en la salud pública de México.

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