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Edición 5 | Opinión | Junio 2021

Foto editorial

María del Rocío García Pérez

Titular del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia


La importancia de vivir en familia

 

Vivir en familia es uno de los derechos humanos más importantes para niñas, niños y adolescentes. Por ello, cuando éste se ve vulnerado exponiéndoles a riesgos que podrían lastimar su integridad, el Estado, a través del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), tiene por mandato salvaguardar su seguridad, generar un sistema de protección y buscar la restitución de esta garantía fundamental.

Una de las principales vías para restituir ese derecho es la adopción; una figura jurídica por medio de la cual niñas, niños y adolescentes, que por diversas causas terminaron el vínculo con su familia biológica, tienen la oportunidad de integrarse a un ambiente armónico, a un núcleo familiar que propicie su desarrollo integral, que les dote de una infancia feliz y les prepare para la vida adulta.

La familia constituye la célula principal de la sociedad, pues es la base para su desarrollo y progreso en un contexto de respeto a los derechos humanos; además, es el espacio en el que se aprenden los valores y se ponen en práctica.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha establecido que el ambiente en el que niñas, niños y adolescentes crecen es un elemento determinante de su desarrollo. La primera infancia, y especialmente el periodo de 0 a 3 años, es una fase decisiva en ese desenvolvimiento. En estos primeros años el ser humano establece vínculos y recibe estímulos que le permiten adquirir las habilidades necesarias para relacionarse con su entorno y son la base de todo su desarrollo futuro.

Durante décadas se pensó que internados o casas hogar eran la alternativa para niños, niñas y adolescentes que no podían mantenerse en su familia de origen. Hoy, hay evidencias que muestran que los procesos de institucionalización prolongados les dañan, especialmente en la primera infancia.

De acuerdo con los expertos, una institucionalización precoz y prolongada tiene consecuencias perjudiciales o graves sobre la salud y el desarrollo infantil. Incluso hay estudios que revelan que más de seis meses de institucionalización pueden afectar el desarrollo cognitivo.
Una conclusión contundente de las investigaciones realizadas a la niñez en condiciones de institucionalización, señala que la práctica de mantener a niñas y niños en casas hogar o internados les expone a nuevas vulneraciones y a sufrir secuelas temporales o permanentes, privándoles de la protección adecuada a la que cualquier niña o niño tiene derecho.

Es por ello que en la Familia DIF, integrada por los Sistemas Nacional, Estatales y Municipales, trabajamos con entusiasmo para incentivar la adopción de la población infantil y adolescente que tenemos bajo nuestra tutela.

No se trata, bajo ningún argumento, de renunciar a nuestra responsabilidad de salvaguardar la integridad física, emocional y psicológica de niñas, niños y adolescentes, sino de restituir su derecho a vivir en familia, de que puedan convivir con personas que estén al pendiente de ellas y ellos, que les cuiden, procuren y satisfagan sus necesidades básicas y, sobre todo, les brinden amor.

Hoy, muchas cosas han cambiado. Las legislaciones se han modificado para garantizar que la adopción sólo se pueda llevar a cabo a través de los Sistemas DIF, poniendo punto final a los tratos entre particulares que en ocasiones abrían espacios para acciones ilegales como la trata de personas; también se han agilizado los procedimientos.

Además, pueden adoptar las familias de conformación “tradicional”, que tienen ya otros hijos, las y los concubinos, personas mayores y parejas homo-parentales.

Hemos avanzado, sin duda, pero aún falta camino por recorrer para que este proceso sea realmente exitoso y fructífero para la población vulnerable a quien está dirigido: niñas, niños y adolescentes.

Uno de los ángulos en los que debemos trabajar es el de incentivar la adopción con independencia de la edad, es decir, erradicar la percepción, entre adoptantes, de que el proceso sólo será benéfico si llevan a su hogar a un recién nacido o a alguien menor, tal vez, de 5 años.

La adopción rendirá frutos si se basa en la disposición de las y los adoptantes de darle una oportunidad de tener una familia a niñas, niños e incluso adolescentes menores de 18 años. Todas y todos tienen el derecho a ser felices y crecer en un ambiente sano, con amor y apoyo incondicionales. ¡Trabajemos en ello!

Esta edición digital de Familia DIF nos permitirá conocer las experiencias, casos de éxito y propuestas que, desde las 32 entidades del país, se formulan para trabajar en pro del derecho humano de niñas, niños y adolescentes a vivir en familia. Les invito a conocer este panorama y, si es de su interés, acercarse al DIF más cercano para conocer los requisitos para abrir su corazón y su hogar a quien lo necesita.

 

 

Isabel Crowley

Directora Ejecutiva de Fundación JUCONI

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