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Edición 2 | Familia | Agosto 2020

Alimentación en Familia


 

La obesidad y el sobrepeso son problemas de salud pública cuyas consecuencias se traducen, en la mayoría de los casos, en el padecimiento de enfermedades crónico-degenerativas; entre ellas, la hipertensión y la diabetes. La pandemia provocada por el COVID-19 potenció la gravedad de estos males, haciendo evidente la importancia de un urgente cambio en los hábitos alimentarios en los hogares mexicanos desde edades tempranas.

 

familiaUn estudio publicado en la revista Obesity reveló que 17.4% de las y los mexicanos con COVID-19 tenía obesidad, 14.5% diabetes, 18.9% hipertensión y 2.8% enfermedad cardiovascular, una prevalencia mayor que en las personas con pruebas negativas para la infección. Además, las y los pacientes con obesidad, diabetes y/o hipertensión tuvieron casi dos veces más probabilidades de desarrollar enfermedad severa al ingreso hospitalario en comparación con quienes estaban libres de esas comorbilidades.

Una alimentación correcta está ligada a un sistema inmunológico fuerte, por lo que consumir alimentos ricos en vitaminas y minerales como verduras y frutas, cereales, leguminosas y alimentos de origen animal, son de suma importancia; es decir, las personas que no llevan una alimentación correcta tienen mayor riesgo de padecer enfermedades crónico degenerativas; las dietas híper e hipocalóricas tienen un efecto negativo en el sistema inmunológico, así como en el buen funcionamiento del organismo.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública, en México una de cada tres niñas y niños vive con sobrepeso y obesidad, por ello, uno de cada dos de los nacidos a partir de 2010 desarrollará diabetes a lo largo de su vida si no se toman medidas de prevención. Sin embargo, una de cada ocho niñas y niños mexicanos menores de cinco años padece desnutrición crónica, principalmente en comunidades rurales y hogares indígenas, y otro porcentaje similar tiene desequilibrios en la ingesta de energía o su alimentación diaria carece de nutrientes (mala nutrición).

La contingencia sanitaria iniciada en marzo pasado, que obligó a la gran mayoría de las familias mexicanas a quedarse en casa, brindó también la oportunidad de fortalecer los lazos de unión entre sus integrantes, convivir más tiempo y compartir actividades y hábitos cotidianos como el de comer juntas y juntos.

Y es que comer en familia no sólo propicia el aprendizaje de niñas y niños cuando pueden interactuar con sus madres, padres, hermanas, hermanos o cualquier otro miembro, sino que permite fomentar hábitos de alimentación saludables, como puede ser el de consumir más frutas, vegetales y granos, evitando la ingesta de bebidas azucaradas, productos altos en grasas y calorías.

Las niñas y los niños, cuando están bajo la supervisión de personas mayores que les orienten sobre lo que es bueno comer, pueden nutrirse mejor y tener una buena salud; es decir, siguen ejemplo de las y los adultos, aprenden lo que ven en casa y son capaces de replicarlo con mayor facilidad fuera de ella. Esto hace a las personas mayores responsables de la alimentación saludable de niñas y niños, por lo que la educación nutricional debe seguir enfocada en sectores poblacionales de niveles preescolar, primaria y secundaria, pero también debe incluir a madres, padres o tutores, educadoras y educadores, y cualquier otro personal académico.

Estudios recientes han demostrado que niñas, niños y adolescentes que comparten el momento de la comida con su familia son hasta 12% menos propensos a tener sobrepeso, tienen 35% de menos riesgo de padecer algún desorden alimenticio y 24% más posibilidad de consumir alimentos saludables.

 

 


 

 

María del Rocío
García Pérez

Titular del SNDIF

Alimentación: ¿Por qué volver al origen?

OPINIÓN

 

Lina Pohl Alfaro

Representante de la FAO en México

La importancia de cultivar, nutrir y preservar

COLUMNA INVITADA



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