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Edición 2 | Opinión | Agosto 2020

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María del Rocío García Pérez

Titular del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia


Alimentación: ¿Por qué volver al origen?

 

Dentro y fuera de las fronteras de nuestro país, es sabido que México posee una de las más ricas y saludables tradiciones culinarias en el mundo; sin embargo, en las últimas tres décadas se ha ido sustituyendo por un modelo de consumo alimenticio que, aparentemente, se ajustaba al ritmo acelerado de vida que impera, principalmente, en las grandes ciudades; una dieta alejada de lo que produce en nuestra tierra, más costosa y dañina. Un estilo de consumo que propicia la pérdida de identidad cultural y pone en riesgo la salud de millones de personas.

La milenaria dieta tradicional mexicana es envidiable por su variedad y cualidades, pues contiene los elementos necesarios para una alimentación correcta y saludable, considerando el consumo de granos, como la tortilla y el frijol, una enorme diversidad de verduras y frutas, además de productos de origen animal, azúcar y grasas. Es, en conjunto, una fuente de energía, carbohidratos, proteína, vitaminas, minerales, calcio y fibra, cuyas combinaciones permiten satisfacer los requerimientos alimenticios del ser humano.

 

Para nuestros antepasados era claro que la naturaleza podía proveer de todos los nutrientes necesarios para el desarrollo pleno de una persona, por eso la conservaban, enriquecían y estudiaban; consumían productos de su región y así fortalecían también a sus comunidades.

Más allá de que el consumo de productos no generados en nuestra tierra afecta la economía y merma la producción local, el fácil acceso a alimentos conocidos como ultraprocesados, altos en grasas, azúcares añadidas y conservadores, que contribuyen a la aparición de problemas como el sobrepeso y la obesidad, y enfermedades como la hipertensión y diabetes, impide aprovechar la gran variedad alimentos naturales benéficos para la salud.

Esta lamentable realidad ya ha cobrado facturas, pues según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENSANUT) 2018, la población infantil de 5 a 11 años presenta una prevalencia de 17.5% de obesidad y 18.1% de sobrepeso, mientras que en las y los adolescentes de 12 a 19 años, existe una prevalencia combinada de 38.4% de sobrepeso y obesidad; para la población adulta de 20 años y más, el porcentaje de sobrepeso y obesidad es de 75.2% (39.1% sobrepeso y 36.1% obesidad). De acuerdo con estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) entre 2020 y 2050, el Producto Interno Bruto (PIB) se reducirá en 5.3% en México debido a lo que se considera la epidemia de sobrepeso y obesidad.

Por la importancia del tema, este número de la revista Familia DIF contamos con la colaboración de los 32 Sistemas Estatales, en cuyos artículos se da cuenta de las acciones emprendidas para hacer factible la Seguridad Alimentaria y ayudar a quienes más lo necesitan; de los esfuerzos por fortalecer programas y las estrategias implementadas en momentos complejos como el que vive México.

Como lo ha planteado el Presidente Andrés Manuel López Obrador, este es un momento de transformación también en materia alimenticia, de regresar al origen para fomentar el consumo los productos naturales sembrados por nuestra gente, alimentos ricos en nutrientes que benefician el desarrollo físico de niñas, niños y adolescentes, que permiten mejorar la salud de las y los jóvenes, de personas adultas y personas adultas mayores, que previenen enfermedades y evitan la aparición o el avance de trastornos físicos que deterioran la calidad de vida.

Trabajemos por la alimentación correcta de toda la población, consumamos lo saludable, lo nuestro; lo que nos da nuestra tierra, regresemos a ella, volvamos al origen.

 

 

Lina Pohl Alfaro

Representante de la FAO en México

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